domingo, 28 de octubre de 2012

¿Tienes un cigarro?


Hablando con una buena amiga fumadora me contó que un domingo de invierno, a pesar de las bajas temperaturas, la lluvia y los estancos cerrados, a eso de las seis de la tarde, justo después de una larga sobremesa o, en su caso, después de la primera de las dos películas televisadas, tuvo que dejar a un lado la manta, vestirse, ir al coche y conducir hasta la gasolinera más cercana a por un paquete de tabaco ya que se quedó sin.
Realmente me mostré sorprendido. No fumo y quizás sea ese el motivo por el que no entiendo esas reacciones de los fumadores. Me sorprendí más al preguntarle si alguna vez había hecho lo mismo porque se le antojaba comer bombones, patatas, chocolate, palomitas, beber leche, refrescos, zumo... y su respuesta fue negativa.
De haber sido una respuesta afirmativa, me habría sorprendido también, no lo negaré, pero lo habría visto mas coherente.
A raíz de eso, observé aceptaciones sociales relacionadas con el tabaco que no suelen estar bien consideradas en otras situaciones.
Dejando de lado el hecho de que es adictivo, perjudicial para la salud y todas las contraindicaciones médicas que tanto odian escuchar los que fuman, que esté legalizado y otras substancias con las mismas características y efectos similares estén prohibidas o se requiera prescripción médica para hacerse con ellas ya me enciende un poco más, pero seguro que hay intereses politico-económicos detrás y esa podría ser la explicación más razonable de la aceptación.
En cuanto al tema económico es dónde empiezo a ver que la gente hace cosas extrañas y alarmantes que mi mentalidad, quizás anticuada, clásica o escasa, es incapaz de entender.
Crisis económica a la vista. Familias endeudadas con bancos, esclavos de los trabajos porque necesitamos un techo y nos hemos quedado sin ayudas, paro en aumento y sin previsiones de que la situación mejore y cada vez más y más subidas de impuestos que, como debe ser, también afectan al tabaco. En este momento, en el salón de muchas casas, se reunen parejas, matrimonios o familias enteras para afrontar la situación: "Venderemos uno de los coches, como tu trabajas más lejos, cariño, yo iré en transporte público, pero vendemos tu coche, que el mío está mejor. Nos borramos del gimnasio, total, apenas vamos. Nos quitamos el plus, damos de baja el teléfono, como tenemos los moviles, son ganas de mantener una linea que apenas usamos e iremos con mucho ojo con la lista de la compra. Dejaremos de lado los caprichos como patatas, zumitos para los niños y la bolleria. Comerán bocadillos como he comido yo toda mi vida. Ya no podrán ir a inglés al salir del cole. El nene que vaya al futbol y la nena a danza, así hacen deporte, pero los borramos del inglés que es mucho gasto. Y con la ropa... pues apuraremos. Si no tienen que ir de marca, pues no irán de marca..." todo eso con un cigarrillo en la mano, en una familia donde padre y madre fuman, pongamos, tirando a lo bajo, un paquete al día cada uno, calculando un precio aproximado de 4€ el paquete (que suele ser más), saldría a 56€ semanales, eso se traduce en  224€ mensuales, o lo que es lo mismo, academia de inglés y zumitos. A parte de deportistas, te saldrán listos y podrán gozar de un bollicao o un abrigo decente. Pero no, cuando se trata de apretarse el cinturón, el tabaco suele ser una página aparte igual que en la situación que, para mi, es la más extraña, odiosa y asquerosa de todas y que extrañamente es aceptada por todos; mendigar tabaco.
Me he encontrado en la situación de ir por la calle con un amigo, pedirle un pañuelo y, ante la negativa de él, verme obligado a abordar a una chica de buen ver en busca de un pañuelo para que, acto seguido y sin mocusidades colgando de la naríz, ver como mi amigo trata de ridiculizarme por haber pedido un pañuelo cuando lo necesitaba mientras él no tardaría en mendigar un cigarrillo sin que nadie deba alterarse por su asedio constante en busca de nicotina.

Mi amigo es incapaz de entender como pude pedirle un pañuelo a una chica, es más, siempre me dice que él nunca lo haría. También es incapaz de acercarse a una chica a pedirle el teléfono, entablar conversación o flirtear, ni a unos chicos en un parque a pedirles pipas después de decirme que le apetecen, ni a pedir una patata a alguien que está comiéndolas en una terraza, o un sorbo de su café calentito, o pedir 20 céntimos de euro para poder subir al bus y no tener que andar más de tres cuartos de hora para volver a casa, sin embargo entiende que existe una diferencia razonable, y que yo debería entender, para abordar a cinco personas en cuestión de dos minutos para que sacien su sed de nicotina y a la vez eviten que gaste 4 de sus euros en un paquete de tabaco que contiene 20 cigarrilos, que si hacemos la división con este precio, sale a los 20 céntimos de euro que un rato antes he mencionado que ha llegado a necesitar en más de una ocasión para poder volver en bus.
Los que no fumamos jugamos en desventaja a la hora de saciar nuestros vicios, porque para drogas, putas, tragaperras o quinielas, nadie deja ni un céntimo!

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